EL NUEVO BARRIO JUDÍO EN ESTELLA-LIZARRA
Los judíos abandonaron la vieja judería de Elgacena en la 1ª mitad del s. XII y se instalaron en la ladera Norte de una terraza del río Ega situada al Sur de la ciudad, sobre uno de los meandros del río y bajo la colina donde más tarde (último cuarto del s. XIII) se construiría el castillo de Belmecher.
La aljama nueva ocupaba una extensión aproximada de unos 35.000 m2. Se hallaba delimitada por una muralla en sus lados Este, Sur y Oeste, complementada en esta parte, como ya se ha dicho, por los muros del castillo de Belmecher.
Por el lado Norte, la judería era vecina de las huertas del convento de Santo Domingo, de la que fue separada en 1307 mediante la edificación de una tapia por orden del rey Luis Hutin.
La judería incluía, además de las viviendas de la población, instalaciones industriales: hornos comunales para cocer el pan, baños, un molino, una tintorería y un trujal. Como cualquier otra comunidad judía contaba asimismo con una sinagoga y sus instalaciones anejas.
No obstante, no se puede descartar la existencia de alguna otra sinagoga debido al volumen de su población.
Hoy día los edificios que conformaron la judería nueva estellesa ya no son visibles y están ocultos bajo el terreno y los cultivos. La única parte visible de la judería es la muralla que la delimitaba y la defendía.
La cerca se encuentra semioculta por la vegetación en la mayor parte de su recorrido aunque el frente Norte, que se asoma sobre el Camino de Santiago, puede verse perfectamente.
Se trata de un paño de unos 300 m. de longitud, construido con piedra caliza de color blanco. Conserva restos de una torre, dotada de dos aspilleras defensivas, junto a la que se abre un poterna para acceder a la judería.
Excavaciones arqueológicas llevadas a cabo recientemente en el interior de este barrio han permitido recuperar testimonios constructivos y de cultura material de dicha aljama. De ellos parece deducirse que su trazado urbano se hallaba adaptado a la ladera, con las viviendas situadas en líneas paralelas sobre terrazas.
Esos trabajos señalan claramente que la recuperación de los restos de esta aljama, y de toda la información histórica que en ellos pueda existir, está sujeta a la realización de trabajos arqueológicos que permitan recuperar el trazado de sus calles, sus casas, sus lugares de culto y sus establecimientos industriales.
Una información interesante sobre los judíos la aporta una inscripción funeraria, seguramente procedente del cementerio judío, hallada en 1912, junto a las ruinas del castillo de Belmecher. La lauda estaba dedicada al rabí Noé, hijo de Naamá, hijo de Noé, natural de Novar y fue datada en el año 1127.
La aljama de Estella era la tercera en importancia de las treinta comunidades judías navarras, sólo superada por las de Pamplona y Tudela.
La comunidad judía representaba a mediados del s. XIII el diez por ciento de la población estellesa, con un total de unas 110 familias en 1264 (en torno a 450 personas), cómputo que incluía a personas de todo tipo de estatuto social y económico dentro de la judería.
La aljama estellesa jugó un importante papel en la configuración de los burgos de francos, colaborando con las autoridades de los otros barrios de Estella en diversas ocasiones como miembros activos de la ciudad.
Los judíos estelleses conformaron así una comunidad totalmente organizada, activa y próspera, con un potencial económico capaz incluso de conceder a los monarcas navarros préstamos y aportaciones extraordinarias.
Prueba de ello es que la aljama estellesas aportaba en 1266 a la corona navarra 1.500 libras, el 10 % de los ingresos totales de todo el Reino.
La judería estellesa contó con familias notables: los Orabuena (Juce fue médico del rey Carlos III el Noble), los Aben Seraq (el escritor), los Leví, Ezquerra y Calahorra, que hicieron del mercado de Estella un activo centro de contratación de créditos.
El año 1328, en un momento de crisis política relacionado con un vacío de poder, se produjo un asalto en busca de cartas de crédito y documentos notariales encabezado por notarios y pequeños nobles endeudados, seguido de un saqueo por parte de sus acompañantes e instigados por el franciscano fray Pedro de Ollogoyen.
Hubo incendios, destrucciones y muertes, fundamentalmente de quienes se resistieron. Muchas familias huyeron, de modo que las pechas y censos hubieron de ser rebajados (de 1.100 libras antes del asalto a 300 libras en 1333).
Sin embargo, para 1336 se inició una recuperación, evidenciada en el aumento de la pecha a 500 libras, que había cristalizado el año 1360.
En ese momento la judería estellesa había recuperado la población de antaño, si bien no con la vuelta de los huidos en 1328 a las juderías más occidentales del reino, sino con la aportación de judíos venidos de más allá de Ultrapuertos (Francia, Inglaterra, etc.).
La expulsión de los judíos españoles a partir del Decreto de los Reyes Católicos de 31 de marzo de 1492 no tuvo repercusión en Navarra. De hecho, fue aquí donde se refugiaron muchos de los judíos castellanos expulsados como consecuencia de dicho decreto, de acuerdo a la política desarrollada por los reyes navarros, Juan II de Albret y Catalina de Foix.
Sin embargo, ante las constantes presiones ejercidas por los monarcas castellanos los monarcas navarros se vieron obligados a expulsar a los judíos navarros el año 1498.
La mayor parte de los judíos navarros prefirió convertirse a la fe cristiana y permanecer en su casa al frente de sus negocios aunque algunos marcharon a otras tierras.
Pd. Enlace a la información sobre los trabajos del Frente Este de la muralla de la Judería Nueva de Estella-Lizarra
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